¿Quién soy yo para no sufrir?

Fuente: Pixabay.com Era la madrugada y el dolor de la espalda se había agravado. De fuerte pasó a agudo, a pesar de los medicamentos que había tomado. No había podido conciliar el sueño en toda la noche y, como en otros días, también en este esbozó una breve oración a Dios, para rogar porque ese intenso dolor se le quitara, sin embargo, después de hacerlo, llegó un pensamiento que cambió su actitud frente a aquel intenso dolor: ¿quién eres tú para no sufrir? No sé si interpretar que aquel pensamiento fue la respuesta de mi amigo a aquella pequeña oración, pero, ¿no estaba él pidiendo que el dolor se le quitara? En efecto, bastó con aquel pensamiento para tener una diferente perspectiva de la situación. Después de éste, otros recuerdos continuaron llegando, como una película, que le mostraban cuánto tiempo había estado en plenitud de condiciones de salud y no había dedicado una oración a Dios. Después de aquella noche los dolores continuaron, pero al pasar los días él superó a...