¿Quién soy yo para no sufrir?

Fuente: Pixabay.com
Era la madrugada y el dolor de la espalda se había agravado. De fuerte pasó a agudo, a pesar de los medicamentos que había tomado. No había podido conciliar el sueño en toda la noche y, como en otros días, también en este esbozó una breve oración a Dios, para rogar porque ese intenso dolor se le quitara, sin embargo, después de hacerlo, llegó un pensamiento que cambió su actitud frente a aquel intenso dolor: ¿quién eres tú para no sufrir?

No sé si interpretar que aquel pensamiento fue la respuesta de mi amigo a aquella pequeña oración, pero, ¿no estaba él pidiendo que el dolor se le quitara? En efecto, bastó con aquel pensamiento para tener una diferente perspectiva de la situación.  Después de éste, otros recuerdos continuaron llegando, como una película, que le mostraban cuánto tiempo había estado en plenitud de condiciones de salud y no había dedicado una oración a Dios.

Después de aquella noche los dolores continuaron, pero al pasar los días él superó aquellos padecimientos. No obstante, con la experiencia que vivió, cuando de forma inesperada un pensamiento asaltó su mente y le hizo cambiar su actitud, también cambió por completo su forma de ver algunas cosas en su vida.

Es probable que en el pasado reciente hayamos vivido en buenas condiciones económicas, de pronto no dentro del despilfarro, pero si dentro de la comodidad y muy lejos de las preocupaciones.

Amigo, puede ser que usted esté pasando por una situación que parece no tener fin: una enfermedad dentro de la familia, la limitación económica, la quiebra de una empresa, desempleo, el desamor o la separación con aquel o aquella que le prometió que sólo la muerte los iba a separar o, incluso, el duelo. Si está es alguna de las condiciones, pregúntese: ¿Quién soy yo para no sufrir?

La vida se construye por momentos y éstos no siempre son alrededor del placer, pero de ambos, sea en el sufrimiento o la alegría, se aprende más en el primero, pero ¿qué se aprende? De pronto, ser menos centrado en sí mismo, más paciente, preferir más la humildad que el orgullo, limitar la queja por cualquier cosa, por pequeña que sea, o reclamar un mejor servicio, sólo porque aquel que lo presta se equivocó y cometió un error.

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De cualquier manera, si está pasando por una temporada de sufrimiento, recuerde que todas las cosas ayudan a bien, para los que aman a Dios.

¿Será este el momento de reencauzar su vida?, ¿será el tiempo de volver al camino?, o ¿será que Dios quiere conversar con usted?

Por favor, comuníquese lo antes posible con él.

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