Intencionalidad
Cómo recuerdo, cuando era pequeño, que mi papá con frecuencia me repetía la palabra acomedir. Esta palabra la aplicaba hacia mí cuando esperaba que yo hiciera algo sin que me lo solicitara.
─ En la vida, hay que ser acomedido, mi'jo, cuando vea algo en el sueldo, recójalo, cuando necesiten su ayuda, dela sin esperar a que se la pidan…─
Sin duda, palabras sabias de un padre que quería educar a su hijo.
Años después, los primeros como trabajador, se puso de moda la palabra iniciativa y, según quienes la explicaban, se referían a personas que tomaban acción en situaciones o eventos donde era importante tomar decisiones correctas o rápidas, sin que alguien se las solicitara. Una persona con iniciativa era bien vista, tenía mucho valor.
Los años siguieron pasando y me encuentro con otra palabra: proactividad. Esta palabra fue puesta de moda por Stephen Covey y es el primero de los hábitos en su libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, aunque fue Viktor Frankl, sobreviviente de los campos de concentración nazis, quien la usó por primera vez en su libro “El hombre en busca de Sentido”.
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La palabra es un tanto compleja y tiene diferentes significados y uno que le aplicaron, cuando se puso de moda, fue algo similar a iniciativa, es decir, una persona proactiva tomaba decisiones positivas, es decir, tiene la iniciativa para hacerlo, sin que se lo manden, a pesar del entorno o las circunstancias que le rodeen.
En el presente me he encontrado con otra palabra: intención y sus derivados, intencional e intencionalidad.
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Entonces, en el presente, intención es la palabra de moda.
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Bueno, las tres palabras motivan a hacer o buscar algo, a cambiar, a subir, a crecer, a desarrollarse, etc. y en estos días la he escuchado con mucha frecuencia en círculos cristianos y, sin duda, se debe al libro de John C. Maxwell que mencioné antes.
Sin embargo, cuando leo la Biblia y muchos de sus pasajes, me pregunto ¿en qué aspecto deben ser los cristianos intencionales? y, en adición, ¿En qué quiere Dios que seamos intencionales?
Estas y otras preguntas me surgieron, porque estuve leyendo el pasaje que narra la historia del nacimiento de Samuel y, en específico, de Ana, su mamá.
¿En qué fue Ana intencional para que naciera Samuel?
Por otro lado, ¿Habría Ana entregado a Samuel sino hubiese tenido problemas de infertilidad? y aquí fue donde me topé con una pared muy grande y, por otro lado, con lo pequeño que puede ser la intención humana en determinado momento.
Así como Ana, que enfrentó las burlas de Penina, la otra esposa de su esposo, la intencionalidad le hubiese servido solo para que su relación con ella no fuese tan áspera como lo era, sin embargo, el dolor que le causaba su condición de ser solo la esposa amada, pero sin hijos, era algo que la sola intención no podía lograr.
Entonces, ¿dónde si funciona ser intencional?
Creo que solo para la temporalidad de nuestra estadía en este mundo y, ¿valdrá la pena el esfuerzo de ser intencional para la temporalidad de nuestra existencia?
No tengo la duda que si sirve, pero la sola intención y esforzarse por serlo trae desgaste emocional, en especial cuando las cosas se hacen a partir de la voluntad humana, lejos de lo que el Espíritu Santo puede hacer en el ser humano, de manera sobrenatural.
Conocí a un amigo, quien me contó que en su vida personal tenía un conflicto con su esposa. A lo interno de su corazón no la amaba, en cierta manera, le culpaba por su condición espiritual, debido que, en este sentido no era la ayuda idónea que el necesitaba y que estaba afectado todo el entorno de su familia. ¿Bastaba la sola intención para amar a su esposa? No, no bastó ningún esfuerzo para amar a su esposa, hasta que, de manera sobrenatural, su amor nació de nuevo y hoy en día, según me comentó, estaba muy enamorado de ella.
Con otro amigo, con los clásicos problemas con sus hijos adolescentes, era su impaciencia la que provocó que la comunicación entre ellos se debilitara. De muchas formas intencionales trató de recomponer la situación, sin embargo, su impaciencia era algo que no podía controlar, ¿qué hizo?, le entregó a Dios su impaciencia y le pidió que le naciera la paciencia, como fruto del Espíritu Santo. Hoy en día, su relación ha cambiado y las constantes muestras de impaciencia desaparecieron.
En ambos casos, ¿funcionó ser solo intencional?, no, no funcionó.
Creo que el apóstol Pablo lo mencionó cuando les escribió a los Colosenses, dentro del contexto religioso que busca cumplir reglas humanas y que al final concluye que estos actos carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne (Colosenses 2:23 LBLA).
Creo que, como cristianos, tenemos una mejor opción con la intencionalidad y es buscar a Dios en oración, para que nos ayude a superar todos los problemas que enfrentamos en el día a día, de lo contrario, cuando logre algo con su intención, la gloria, en lo íntimo de su ser, se la atribuirá para usted y esto no le agradará a Dios.
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Es probable que hayas llegado hasta aquí y de manera exacta no sabes por qué leíste todo este artículo.
Entonces, existen altas probabilidades que Dios haya hecho algo para que lo leyeras.
Si así lo crees y no encuentras explicación alguna, es porque Dios te está invitando a tener una relación con él para adquirir la mente de Cristo y nacer de nuevo.
- ¿Y cómo inicia la relación con Él? – Podrías estar preguntándote
Aquí te comparto una sencilla oración que te tomará menos de un minuto repetirla. Hazla en voz alta:
Señor Jesús, deseo iniciar una relación contigo, te pido que perdones mis pecados, que me recibas como tu hijo, que seas mi Señor y mi Salvador y que adiciones un propósito a mi vida. Amén
Por último, lee estos versículos de la biblia:
1. (…) pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Juan 1:12
2. Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo. Romanos 10:10
3. (…) mi propósito es darles una vida plena y abundante. Juan 10:10
¡Dios te bendiga!
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