La Resiliencia en La Biblia
Para comenzar, voy a ser atrevido y escribiré la siguiente frase: “La Biblia es un libro resiliente, por excelencia”.
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Resiliencia. Fuente: Pixabay.com |
Pero antes de ello, quisiera ponerle
en contexto sobre lo que es la resiliencia.
Utilizada originalmente en la ingeniería,
la resiliencia se refiera a la capacidad de ciertos materiales de deformarse al
recibir energía o estrés y luego de eliminarlos, el material vuelve a su forma
original. Esta definición fue adoptada por otras disciplinas como la psicología
y ciencias sociales y también se refiere a la capacidad de las personas u
organizaciones a enfrentar los desafíos que afrontan, adaptándose rápidamente y
luego de esto, a recuperarse.
Entonces, los ejemplos que quiero
compartir con usted son los siguiente:
1. Jefté.
Rechazado y expulsado de su casa por sus hermanos, por ser hijo de una
prostituta. Sin duda, no era la misma madre que la de sus hermanos. Salió de su
pueblo y se fue a vivir a otra ciudad, en donde se convirtió en líder de maleantes
y bandoleros. Es probable que su fama trascendió hasta su pueblo de origen y
por esa razón los dirigentes lo llamaron para que los ayudara a luchar contra
los Amonitas, a quienes finalmente derrotó. ¿Qué recursos emocionales poseía
Jefté para sobreponerse al rechazo de su familia? Al ver los resultados
descritos en los pasajes del libro de los Jueces (Jueces capítulos 11 y 12),
este personaje mostró altos niveles de resiliencia, sobreponiéndose al rechazo
de sus propios familiares.
2. Ana. Es un
ejemplo para mujeres que tienen el deseo de tener hijos y que en algún momento
de sus vidas se encuentran con la imposibilidad de procrear y la resiliencia
puede ser una característica que pueden mostrar, por la manera en la que
gestionan sus emociones. Ana, madre del profeta Samuel, experimentó este
problema en su vida, el que se agravó, porque su esposo tenía a otra esposa,
quien sí podía tener hijos. ¿Cómo lo superó? Ana eligió acercarse a Dios y
rogarle porque le permitiera quedar embarazada, lo que, después de varios años,
consiguió, no sólo con su primer hijo, sino que otros cinco más. En total, Ana
tuvo seis hijos.
3. Jeremías.
Después de Job, en mi humilde opinión, la vida de Jeremías es una de las que
más resiliencia tuvo que mostrar. Su ministerio duró cuarenta años (Desde el año
627 hasta el 586 a.C. Jeremías 1:1-3 y 40:1-6). ¿Se imagina usted, recibir día
con día resistencia contra lo que usted dice, durante cuarenta años? En efecto,
esto es una muestra de gran resiliencia.
4. Job. Se dice
que es el libro más antiguo de la Biblia y registra las penurias que vivió Él
en un período corto de tiempo. En contraste con la vida de Jeremías, cuyo
ministerio duró 40 años, los eventos que se registran en el libro de Job
suceden en menos de un año[1].
De parte del profeta, el recibir un rechazo en el primer año, después otros en
el año 5º, otros en el 12º, luego otros en el 19º y así, sucesivamente, van
creando cierta resistencia y aunque no fue fácil para Jeremías, el comparar
todo lo que pasó a Job en menos de un año, es un golpe muy duro de recibir. No
es mi deseo ubicar a Job por encima de Jeremías, porque ambas experiencias son
distintas, sólo que, en términos de tiempo, una es más traumática que la otra,
pero ambas son dignas de ser registradas como de alta resiliencia.
5. Jesús. No,
no quiero terminar este artículo sin incluir la vida de Jesús. Todos los
ejemplos anteriores muestran un grado de resiliencia, unos más que otros. Esto,
claro está, lo digo sin tener una tabla, como punto de referencia, para
ponderarla e indicar que una experiencia es mayor a otra. Sin embargo, la vida
de Jesús tiene esos matices que nos indican que su grado de resiliencia fue
exponencialmente mayor a cualquier otro sufrimiento registrado por algún ser
humano. Creo que, para iniciar, es importante hacer mención de la manera que Él
vino a la tierra. Según Pablo, en la carta que escribió a los creyentes de una
ciudad llamada Filipos, en el segundo capítulo escribe lo siguiente:
Aunque
Cristo siempre fue igual a Dios, no insistió en esa igualdad. Al contrario, renunció
a esa igualdad, y se hizo igual a nosotros, haciéndose esclavo de todos.
Como hombre,
se humilló a sí mismo y obedeció a Dios hasta la muerte: ¡murió clavado en una
cruz! (Filipenses 2:6-8 tla)
Además, como judío de nacimiento,
fue rechazado por sus mismos compatriotas:
A lo suyo
vino, y los suyos no le recibieron. (Juan 1:11 rv1960)
En cuanto a tentaciones, mostró ser
impecable. En primer lugar, en los cuarenta días en los que estuvo en ayuno,
para que al final de ese período fuera tentado por el mismo diablo:
El diablo le
puso a Jesús todas las trampas posibles, y como ya no encontró más qué decir,
se alejó de él por algún tiempo. (Lucas 4:13 tla)
La carta enviada a Los Hebreos lo
registra de otra manera:
El diablo le
puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar,
sólo que Jesús nunca pecó. (Hebreos 4:15 tla)
Y qué decir de la manera en la que
murió. Según los registros de los evangelios, sufrió alrededor de quince horas
continuas de maltrato y que, con el pasar de las horas, éste se hizo más feroz
y extremo, ya que fue arrestado a la media noche[2] y finalmente expiró a las tres de
la tarde de ese mismo día (Lucas 23:44 tla), crucificado en una cruz.
¿Qué dijo el profeta Isaías de este
acto supremo de resiliencia?
Fue
maltratado y humillado, pero nunca se quejó. Se quedó completamente callado, como
las ovejas cuando les cortan la lana; y como cordero llevado al matadero, ni
siquiera abrió su boca. (Isaías 53:7 tla)
De los cinco ejemplos que he incluido en este artículo, hay un denominador común, que hizo que todos lograran superar las adversidades que enfrentaron: Todos recurrieron a Dios.
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Orar. Fuente: Pixabay |
Jefté, Ana, Jeremías, Job y el mismo
Señor Jesús, invocaron el nombre de Dios en sus momentos de angustia y
necesidad. Creo, sinceramente, que su petición en la urgencia no se derivó de
la emergencia como tal, sino de un recurso divino cultivado en otros momentos,
día con día, conversando espontáneamente con Dios, para que, poco a poco, los
recursos de fe que todo creyente debería de cultivar en su vida, puedan ser
utilizados en los momentos de angustia que, sin duda, todo ser humano va a
experimentar.
La diferencia entre el ser humano
que no es creyente y aquel que si lo es, es que el primero solo puede contar
con sus propios recursos psicológicos internos, ubicados en su alma, mientras
que el creyente puede recurrir, además de los propios, a los espirituales, que
son los que nos sostienen en los peores momentos de nuestras vidas.
A continuación, te comparto cinco
recursos que te servirán en momentos difíciles:
1. El ángel de Jehová acampa alrededor
de los que le temen, y los defiende. Salmo 34:7 RV 1960.
2. Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Mateo 28:20 RV 1960.
3. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios
es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Romanos 8:31 RV 1960.
4. Por lo cual estoy seguro de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente,
ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos
8:38-39 RV 1960.
5. Cuando pases por las aguas, yo
estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego,
no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43:2 RV 1960.
Por último, ¿eres consciente de que tienes
una relación con Dios, por medio de Jesús? Si tu respuesta es no, te comparto
esta oración para que la inicies:
“Jesús, te
entrego mi vida y te pido que seas el Señor de mi vida. Por favor, perdona mis
pecados y escribe mi nombre en el libro de la vida”. Amén.
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