Si vivimos o si morimos
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Fuente: Freepik.es |
Si hacer un análisis semántico, propiamente dicho, este versículo presenta dos “si condicionales” y dos preposiciones “para”. Entre ambos también encontrados dos situaciones: la vida y la muerte.
Más allá de hacer continuar con el análisis del texto, veo el orden en el que el escritor lo redactó, porque en primer lugar escribe sobre la muerte, sino sobre la vida, pero, claro está, que la vida no se puede ver si su contrario, la muerte.
La tragedia de la vida es la muerte, aunque dentro de algún enfoque filosófico se le considera como algo normal, continúa siendo una tragedia.
Lo importante del texto es que, aunque estemos disfrutando de la vida o estemos presenciando la muerte en otra persona o en la nuestra propia vida, desde el ámbito de los creyentes eso no es una tragedia en el sentido estricto, porque el sentido de pertenencia no se desvanece con la muerte, ya que al entregarle de forma consciente y voluntaria el control de nuestra vida a Dios, por medio de su hijo Jesucristo, se nos concede este derecho: “somos del Señor”.
Y aquí es donde aparece una pregunta: ¿Se a quien le pertenezco, incluso después que se termine mi vida?
Si no tienes esa seguridad y me permites informártelo, te lo hago saber. Esa pertenencia inicia cuando de forma voluntaria, por medio de una declaración consciente, le entregas el control de tu vida al Señor Jesús.
Es probable que hasta este momento te hayas preocupado del momento de la muerte, algo que de por sí es muy normal y natural, porque tarde o temprano, nos veremos cara a cara con la ella, sin embargo, aunque ya hayas pensado en esto, hoy, después de leer este breve artículo, sabes que en uno u otro estado puedes pertenecerle a alguien.
Si has llegado hasta aquí y no sabes por qué leíste todo este artículo, es probable que Dios te haya guiado hasta aquí: escúchalo.
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